Extracto de un diálogo con un amigo sobre la cuestión del derecho

La renuncia a los valores o ideales o contenidos integradores o culturales o lo que sea, la destrucción de su vigencia, es sólo superficialmente un ceñirse, com se pretende muchas veces, a la realidad efectiva, material, sucia casi, de la vida, en el sentido de una contraposición de la palabrería huecas contra los hechos tangibles. Del mismo modo como no existe el pretendido pueblo, la gente llana, los problemas de la gente, ahora incluso los ciudadanos, por encima de lo cual se señalan con el dedo realidades pretendidamente artificiosas y que se autoimponen a aquellas instancias 'populares', tampoco existe eso de los hechos desnudos, sino una operación sistemática, una articulación y reordenación a fondo de los 'datos' por el lenguaje. Esta humillación del lenguaje, que deja sus grandes palabras para pasar a ser la trama de lo 'material', es la auténtica mobilización donde termina por disolverse la esfera de lo científico como si fuese una actividad y un discurso aparte y donde descripción y planificación del mundo se confunden. Dejar que dicha humillación tenga lugar extensivamente es la tarea política de apropiarse de la técnica. Este mismo movimiento lingüístico de formalización, ya no científico, sino directamente de dominio de las cosas, este furor, es el que realiza una actividad legisladora en refundición y casi brutalmente obviando las realidades legales que requieren excepciones y privilegios. La legislación formal (la formulación de 'mis derechos' desde la posibilidad de formularlos consistentemente) tiende a crear un cuerpo social uniforme(mente legalizado). Creo que el espacio de movimientos que pasa a ser garantizado tiene un carácter público peculiar: a la vez tiene que ser posibilitador de la legalización que presupone. Esto le da a dicho espacio de derechos una consistencia propia. El mercado ocupa, rellena dicho espacio, lo articula siguiendo su propia lógica, que es sobretodo conservar su propia lógica, siempre siguiendo o respetando las leyes vigentes (que no las respete y haya corrupción y violaciones de derechos es una consecuencia, no una causa de la situación), él ofrece los contenidos en los que se ejercen los derechos vigentes. Por lo tanto, todo el juego y el truco de la cosa está en que dichos derechos se ejerzan, no como algo formal, sino como garantías de poder hacer éstas cosas, que se ejerzan en la figura de comprar o vender tales o tales cosas, digamos: el hecho de que en el ejercicio de los derechos los 'ciudadanos' no sean capaces de ver el carácter universalizable en dicho ejercicio, quedando reducidos a dicho ejercicio, es el interés principal del mercado. Para ello es indispensable que la política y las leyes las hagan unos seleccionados y que no sean abandonadas al furor. Y para ello también lo es crear ilusiones de vivir o de escaparse de modo que no se pueda habitar aquél espacio consistente y de seca luz que es el del derecho como universalizable.

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